2/07/2020

Cap. 4 Historias de una Serena: "La Iglesia"


“Una vez que uno acepta la curiosidad como compañera inseparable de viaje, prepárate para que sucedan cosas alucinantes.”
En el verano del 2019 volvería a visitar cabo Peñas (Asturias). Tras una noche un tanto movidita, literalmente, a causa de los fuertes vientos que azotan el cabo, la mañana despertó soleada y agradable para dar un paseo por allí,...

así como para volver a visitar el museo marítimo que cobija. Ni que decir tiene que con lo despistado que soy a veces, solo una vez dentro recordé que ya lo había visitado, pero bueno, me sirvió para encontrarme con la mujer de un familiar. ¡Casualidades de los viajes!
Sería por los alrededores de faro que me detendría a leer un cartel con información de la zona y podría leer algo sobre unos restos romanos hallados no muy lejos de allí. ¡Restos romanos! Allá que iría sin duda.
No a mucho tardar llegaría al pueblo que mencionaba el cartel turístico, pero allí no aparecía (como sucede a menudo con estas cosas) ni carteles, ni indicaciones, ni restos por ningún lado. Sería tras preguntar a algunos lugareños cuando podría dar con la ubicación de las excavaciones de las que se hacían mención. Pero lo realmente alucinante de este post o relevante no sería esto, si no la historia que me contó una de sus vecinas y que, muy amablemente, me llevaría hasta el sitio indicado.
_ Buenos días señora, disculpe que la moleste, estoy buscando el lugar donde se encontraron unos restos romanos, ¿sabría usted indicarme dónde se encuentran?
_Perdona hijo que no te oía bien_ me respondió la señora en un tono muy bajito y pausado_ es por culpa del tumor éste que tengo aquí ¿sabes?_ me dijo mientras se señalaba una sien con un dedo.
Ya con esa entrada de conversación uno podría esperarse de todo, pero no, nunca se está preparado para todo.
_ Es que me dijeron que se encuentran en la Iglesia_ le dije mientras señalaba una gran iglesia que se veía desde su preciosa casa_ pero allí no hay nada.
_ No hijo, ahí no es._ Y tras una pausa mirando la iglesia, continuó._ Allí, en la construcción de esa Iglesia trabajó mi marido.
_ ¡Vaya! Estará usted muy orgullosa de ello.
_ Sí la verdad. Murió allí. Construyendo el tejado. Y nunca nadie quiso saber del tema._ Mi cara, mi boca y mi mente se congelaron de repente._ Él tenía 29 años y yo 30. Con tres hijos.
_ Señora, siento mucho la pérdida._ Qué sabré yo lo que debe ser verse en esa situación._ Ha sido una madre muy luchadora entonces._ Le dije.
_ Qué remedio. Nadie quiso hacerse cargo del accidente_ me volvió a mencionar como ecos del pasado. Pero no, esa Iglesia no es la que estás buscando. Espera un momento que te llevo.
En lo que la mujer se metía para coger un bastón, yo me quedé allí en la puerta como una estatua. Solo mis ojos hacían el recorrido de su casa a la Iglesia, que tenía a escasos cientos de metros, y de nuevo a su casa.
Fue muy amable en acompañarme hasta el lugar, donde desde luego no había ni carteles, ni indicaciones ni rastro alguno del yacimiento. Pero ya aquello era lo de menos, aquella historia personal me había descolocado de pies a cabeza.
Antes de marchar de allí, no pude evitar el parar la Serena cerca de su casa y bajar a despedirme. En agradecimiento, le dejé unos huevos que traía de casa de mi padre y le di un abrazo.
Me subí en la furgo y, poco después no podía de dejar de llorar de la historia tan increíble que me había contado aquella mujer, que no solo había perdido a su marido muy joven, y que en un pueblo de aquellos años hubiera sacado adelante a tres hijos ella sola, si no que cada día de su vida, delante de su casa, tenía la visión de aquella iglesia que se llevó a su marido. 

Que viajes bajo el amparo de tu curiosidad, y conozcas éste tipo de cosas, no te lo esperas. De repente la vida te pone ante algo así y, por un tiempo te sientes un gran afortunado. Tu vida es sencilla, viajar es sencillo. Pero no siempre y no para todo el mundo lo es, lo ha sido o lo será.


Gracias por vuestros comentarios e impresiones de aquellos que seguis “Historias de una Serena”. Así como por vuestras sugerencias para escribir capítulos futuros. También podéis escribirme a través del formulario de contacto.

Hasta el próximo capítulo!!



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Autor y profesor de yoga



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